
La protección pasiva contra incendios no emite sonidos, no activa alarmas, no apaga fuegos, ni depende de detectores… De hecho, suele pasar desapercibida. Sin embargo, su impacto puede ser decisivo: salva vidas y protege bienes.
¿Qué es la protección pasiva contra incendios?
Es el conjunto de técnicas, materiales y sistemas diseñados para mitigar los efectos de un incendio, impidiendo o retardando su propagación. Su función principal es compartimentar el fuego, mantenerlo confinado en el lugar donde se originó durante el mayor tiempo posible. Esto facilita la evacuación, da margen de actuación a los servicios de emergencia y reduce los daños estructurales.
Una instalación adecuada de estos sistemas puede marcar la diferencia entre una emergencia controlada y una tragedia. Las cifras lo confirman: en 2021, España superó los 200 fallecidos por incendios, según la Fundación MAPFRE y APTB La mayoría de las muertes no se producen por quemaduras, sino por intoxicación con gases asfixiantes. Es decir, muchas víctimas ni siquiera fueron conscientes del incendio hasta que fue demasiado tarde.
La normativa es clara
El Código Técnico de la Edificación, en su Documento Básico de Seguridad en Caso de Incendio (SI 1, Propagación Interior, apartado 3, punto 3), establece:
“La resistencia al fuego requerida a los elementos de compartimentación de incendios se debe mantener en los puntos en los que dichos elementos son atravesados por instalaciones como cables, tuberías, conductos de ventilación, etc. Se entiende que los conductos resistentes al fuego que atraviesen sectores de incendio deben mantener la sectorización tanto desde su interior como desde el exterior.”
Asimismo, el Reglamento de Seguridad Contra Incendios en Establecimientos Industriales (RSCIEI) añade en su Anexo II, Artículo 5.7:
“Los sistemas que incluyen conductos que atraviesen elementos de compartimentación y cuya función no permita el uso de compuertas (extracción de humos, ventilación de vías de evacuación, etc.), deben ser resistentes al fuego o estar adecuadamente protegidos en todo su recorrido con el mismo grado de resistencia al fuego que los elementos atravesados, y ensayados conforme a las normas UNE-EN.”
Los grandes olvidados de la protección pasiva: los sellados
Una parte esencial de la compartimentación es la sectorización, es decir, dividir el edificio en zonas para evitar la propagación del fuego, humo y gases. No obstante, esta medida puede verse comprometida por los pasos de instalaciones: conductos, cables, tuberías, etc., que atraviesan paredes, techos y suelos, debilitando la protección pasiva.
Por desconocimiento, falta de accesibilidad (falsos techos, patinillos, suelos técnicos) o simplemente por desidia, muchos de estos puntos críticos no se sellan adecuadamente durante reformas o construcciones nuevas. Esto es un grave error: el fuego puede avanzar por estas vías a más de 15 metros por segundo, anulando cualquier posibilidad de reacción.
Por eso es fundamental aplicar sellados adecuados, utilizando productos certificados que garanticen la resistencia, integridad y aislamiento (REI) exigidos por la normativa.
Sin excusas: hay soluciones para cada caso
Hoy en día existe una amplia variedad de productos ignífugos e intumescentes, regulados por normativas europeas y españolas, como:
- Espumas y siliconas intumescentes
- Almohadillas y ladrillos ignífugos
- Revestimientos para cables
- Pinturas resistentes al fuego
Estos materiales permiten adaptar los sistemas de sellado a las características de cada proyecto. Ya no hay excusas: garantizar una protección pasiva efectiva es posible, necesario y obligatorio.
Abel Gonzales – Técnico de Ignifugación